Como un Philip Marlowe de la Edad Media, Gonzalo de Berceo, poeta y copista, se empeña en encontrar al asesino de un monje en el monasterio de Silos.
Divertida y gozosa... Uno de los libros del año. Dudo mucho que vaya a venir algo mejor. Alberto Olmos, El Confidencial
Un verdadero y deslumbrante hallazgo. Un thriller medieval de alto voltaje y muchísimos quilates literarios. Una historia original, primorosamente escrita y transida de humor que no da tregua al lector, y que promete ser una de las revelaciones del año. R. Pérez Barredo, Diario de Burgos
Un narrador cínico y ético, mujeriego, solitario y aficionado al bebercio En la prosa española dudo que haya algo mejor. ¡Bravo! Ángeles López, La Razón
Perplejidad, admiración y alegría: una novela magnífica como intriga y como creación de mundo. Lilian Neuman, La Vanguardia / Culturas
La comidilla del mundo literario es quién está detrás del nombre de Lorenzo G. Acebedo, que ha firmado una novela deliciosa y original que, de seguro, va a dar que hablar. Una maravilla. Miguel Ibáñez (Librería de Alcañiz), La Comarca
Hay en este autor enmascarado bajo un seudónimo un gran escritor agazapado capaz de lanzar en medio de una trama detectivesca guiños de altura, pensamientos profundos y sagaces, párrafos soberbios sobre el amor, la vida y la escritura. Gonzalo Núñez, El Debate
Una novela criminal en la que Berceo parece un poco Bogart, un poco Pantagruel y un poco Alatriste. Luis Alemany, El Mundo
Una sorpresa llena de intriga, de humor, de frases ingeniosas. El Norte de Castilla
Una muy grata lectura para las tardes veraniegas, pues reúne los ingredientes necesarios para la amenidad. José María Pozuelo Yvancos, ABC Cultural
Corre la primera mitad del siglo XIII cuando el abad del monasterio de San Millán encarga a uno de sus servidores, Gonzalo de Berceo, la misión de viajar al monasterio de Silos para copiar un manuscrito latino y hacer con él un poema castellano. La secreta intención de la visita es que los dos monasterios aúnen fuerzas contra el papa y sus obispos, que pretenden quedarse con los beneficios de la producción de vino, y contra la pujanza de los nobles castellanos, ávidos también de entrar en el negocio. Sin embargo, en plena fiebre del vino, una sucesión de asesinatos tan cómicos como truculentos complica la situación. Para más desgracia, Lope, un peregrino borrachín, y Elo, la tabernera del lugar, tan joven como astuta, se empeñan en ayudar a Berceo, convirtiéndose en una molestia constante que puede dar al traste con su misión.