Desde que en 1809 las famosas y espeluznantes catacumbas de París se abriesen al público, estas no han dejado de provocar asombro y fascinación. Este auténtico reino de la muerte , una gigantesca ciudad invertida de la que se desconoce sus dimensiones y trazado exactos, ha sido constantemente visitado y mapeado por toda clase de aventureros, revolucionarios, poetas decadentes y catáfilos , exploradores que, de manera obsesiva, usando la red de alcantarillas o de metro parisinas, descienden una y otra vez ilegalmente, ya sea por diversión, investigación, refugio o deseo de transgresión, mientras son perseguidos por los catapolis . En 1861, el célebre fotógrafo Félix Nadar logró la proeza de fotografiarlas por vez primera usando luz artificial. El resultado son instantáneas espectrales que muestran montañas de huesos y calaveras en formas imposibles, carteles y advertencias e incluso maniquíes que dispuso intentando así animar un territorio inanimado y claustrofóbico. Catacumbas, editado y prologado por Servando Rocha, recoge las fotografías y crónica de Nadar durante aquella histórica sesión de foto